Adam Grant identifica tres patrones básicos para entender el estilo de reciprocidad con el que interactuamos con los demás:
1.- Los interesados: Les gusta tomar más de lo que dan. Inclinan la reciprocidad a su favor, ponen sus intereses por encima de las necesidades de otros. Creen que el mundo es un sitio competitivo. Sienten que para tener éxito deben ser mejores que los demás. Se autopromueven, asegurándose de obtener un amplio reconocimiento por sus esfuerzos. No necesariamente son crueles o violentos, antes más bien prudentes y cautelosos.
2.- Los equitativos: Buscan preservar el equilibrio entre dar y recibir. Operan con un principio de justicia: cuando ayudan a otros. Un equitativo paga con la misma moneda, rigiendo las relaciones por intercambios de favores equiparables. Su suma es igual a cero.
3.- Los generosos: Inclinan la reciprocidad en la dirección contraria, prefiriendo dar más de lo que reciben. Se centran en los otros, prestando atención a lo que estos necesitan de ellos. Las personas generosas comparten su tiempo, energía, conocimientos, habilidades, ideas y contactos con quienes pueden beneficiarse de ellos.
Al final los generosos ganan
Es frecuente ver a generosos con bajo desempeño, porque son demasiado atentos y confiados y están frecuentemente dispuestos a sacrificar sus intereses en bien de los demás, por ello en comparación con los interesados ganan menos dinero, tiene más riesgo de ser víctimas de delitos y suelen ser evaluados como menos eficaces. Sin embargo, resultan ser las personas con mayor éxito. La clave está en la capacidad para dar y apoyar a los demás en formas que no solo no están en conflicto con sus intereses personales, sino que les ayudan a ser más exitosos. Su generosidad tiende a forjar relaciones más profundas; al abrir las puertas a nuevas redes su reputación crece, por lo que se convierten en colaboradores de confianza y ganan la lealtad de sus compañeros.